Llegan las vísperas de las fiestas, y ya empieza la musiquita del din don dan. También se escuchan hits como “¿Y dónde pasamos las fiestas?”, “Otra vez la casa llena de gente no quiero”, y “La ensalada rusa, que la traiga tu hermana”.
No estamos en diciembre y comienza la perorata.
Me pregunto y les pregunto:¿Cómo voy a saber donde quiero estar en un mes y chirola, sino se donde voy a estar el martes próximo.
Lo desgastante de esta época es que todos, absolutamente TODOS los años, es lo mismo.
Yo pensé que mi parentela era la excéntrica; pero es un fenómeno generalizado, casi pandémico.
Por un lado están los que se las ingenian para no ofrecer su casa, dando por supuesto, las excusas más inverosímiles: “Yo lo haría acá, pero es un departamento” (de 150 mts2 aclaremos). “De mil amores lo organizaría, pero el perro se pone loco con los cuetes”. “Podría ser… pero con este calor, y nosotros que no tenemos aire acondicionado”.
La lista se reduce, y una comienza a tener serios riesgos de salir designada.
Cuando era chica, recuerdo que el debate era si se la pasaba con TU familia o con la MIA.
Dejémosno de macanear. Después de más de treinta años de casados no deberían existir esas divisiones.
A esta altura una no soporta por igual a ambas familias.
Tras arduas negociaciones, se decide el lugar. Ahora surge la pregunta del millón: ¿Qué comemos y que tomamos? Que viene siendo lo único que en realidad importa.
Lejos de ser una ocasión para el encuentro, y porque no, para el re encuentro, en donde reine la paz y el amor, es el festival del stress.
Pese a que suelen colocarse copitos de no se que en el arbolito, que simula ser nieve, acá hace un calor infernal.
Por Dios!!!!! En este lado del hemisferio hacen 38º de sensación térmica. Basta de asado, lechón, cabrito y pollo TODO LA MISMA NOCHE.
Además quiero informarles que soy miembro de una ONG que tiene como objetivo erradicar la ensalada de fruta.
Con la excusa de es para los chicos, te enchufan una olla tamaño “locro popular”. Las bebidas se te calientan porque tenes que hacerle lugar en la heladera, y después de la entrada, ensaladas varias, cabrito, asado, lechón, pan dulce, garrapiñada y turrón, NADIE quiere ensalada de frutas.
Y aclaremos que ni esa noche ni al otro día. Por lo que es un derroche de manzanas, bananas y peras en daditos, que ni el perro (de la guacha que no quiso poner la casa) se lo come.
Gente, bajemos dos cambios y cortemos con esta tradición de locura.
Al final por estar tan preocupados por cosas tan insustanciales nos perdemos de pasarla bien y relajados, en familia, con afectos, como debería ser.
Pero este tema acá no acaba, da mucha tela para cortar. Así que esto es solo la primera parte del camino hacia la navidad.
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