Llega un momento de la vida, en que indefectiblemente, nuestros padres, se vuelven nuestros hijos.
No por el hecho de que estén económicamente a cargo nuestro, ni tampoco si llegado el caso una los baña, cambia y da de comer.
Simplemente se intercambian los roles: una los reta, los cuida, les dice que comer y que se abriguen si hace frío.
En resumen, ahora tengo una nena de 77 años, que habla hasta por... Continuar leyendo